A Iavo seguro lo viste jugar en el Exa. Juega exquisito. Piensa diferente. El único problema que tenes con él es cuando lo sufrís como rival. Un día, casi por casualidad, me entere que no solo sabía usar la pelota. Me encontré con un relato suyo en Facebook. Habla de una pizzería que existe en Florida. Un lugarcito perdido. El texto comenzó una relación que hoy continua con entregas quincenales desde Montevideo. Pero esta vez, no pedimos un estreno, sino aquel de aquella vez. Dan ganas de ir a buscar una empanada.
Los Toltecas, que según mi entender comprendieron absolutamente todo hace ya mucho tiempo, en uno de sus cuatro acuerdos decían “sé impecable con tus palabras”, dándole una tremenda entidad al poder que tiene todo lo que decimos. Adhiero. A pesar de todo debemos ser muy cuidadosos con lo que decimos porque nuestras palabras son magia pura y según como, donde y con quien las apliquemos pueden liberar o esclavizar. Somos tan poderosos cuando hablamos que una sola palabra podría tanto cambiar una vida como destruir millones si las utilizamos mal.
Dieguito, que no es tolteca y tal vez nunca los haya leído, debe tener en su cabeza cosas más importantes que saludarme a mí, a pesar de lo cual salvo que haya muchos clientes y pedidos esperando, siempre se ocupa de hacerlo. En cuanto me ve pasar por el pasillo que separa la puerta de calle de la puerta del patio de mi casa, algún tipo de saludo me regala. Aunque yo no quiera él nota mi llegada ya que el pasillo no solo desemboca en mi puerta sino también en la suya, están pegadas una a la otra. En verdad no es suya pero se podría decir ya que es la puerta de la cocina de la pizzería que se encuentra delante de mi casa y donde él todos los días cocina tremendas pizzas y empanadas, las de carne me encantan.
Casi nunca llego a dar la segunda vuelta de llave sin antes escuchar “Iavitoooo”. Yo ya sé que me va a saludar porque casi nunca paso sin pena ni gloria delante de él y él sabe también que de inmediato le va a volver un “Dieguitoooo”. Algunas veces cuando ya casi estoy cerrando la puerta desde el otro lado escucho “Te Quieeeerooooo”. Es una especie de latiguillo que usa con frecuencia, cantado con voz quebrada y melodía milonguera. Bueno, Dieguito canta lindo tango y en la pizzería es lo único que se escucha desde que abre hasta que cierra, por tanto no es extraño que yo lo escuche cantar desde mi casa mientras amasa y cocina para los vecinos del barrio, me gusta cuando la gente canta sin prejuicios así lo haga bien o mal. Ya caminando hacia adentro le devuelvo un “Te Quierooooo” haciendo un intento de imitarlo y a veces, solo si estoy inspirado tal vez le agrego al canto alguna letra de canción como cierre del saludo, por ejemplo: “Te quiero …pero te llevaste la flor y me dejaste el florero”. No sé si lo quiero y mucho menos si él me quiere a mí, tal vez para eso deberíamos antes ponernos de acuerdo en lo que es querer para cada uno, pero me lo quiere decir y lo hace por la razón que sea, él sabrá. Tal vez se lo diga a todos, no lo analizo ni tampoco me importaría no ser tan especial para él y menos cambiaría el valor que para mí tiene su saludo. Debería en todo caso empezar por analizar la razón por la cual yo no le digo te quiero a casi nadie. Pero no es el punto.
Dieguito no es mi amigo y me dice que me quiere. Y yo lo recibo como lo que es eso para mí, algo tan efímero y superficial como potente y profundo. En definitiva, cada cosa es en uno lo que cada cual quiere que sea. Dieguito no tiene ni idea que yo todos los días cruzo el patio hacia mi casa con una sonrisa que me acompaña. Será porque alguien me dijo que me quiere, o porque yo le dije a alguien que lo quiero, o simplemente porque canté. Lo que haya sido fue consecuencia de lo que sus palabras generaron en mí, por más insignificantes, logró hacerme sonreír sin pensarlo. Y que poco costo tuvo para él. Los Toltecas tienen razón, uno nunca sabe el poder que sus palabras pueden tener en el otro. Sé cuidadoso con tus palabras.
2 comentarios en “La palabra del pizzero – Por @iavo.gvm”
Q loco es el mundo, Iavo conocemos a la misma persona, y encima es la misma casualidad d los saludos, cuando yo vivia en mi ex casa el trabaja en la pizzeria d adelante, x lo cual yo lo saludaba x la ventana q da al pasillo d ingreso d la casa d mis hijos. Hoy ya no esta mas la pizzeria, pero recuerdo noches d pedir x la ventana 3pizzas d muzza,cebollay napo una genialidad
Graaan pizzero Diego, por favor pásame data de donde está la pizzería para poder volver a deleitar su pizza